1- ¿Nuestros sentidos nos engañan?
En la clase anterior estuvimos analizando tres conceptos: ¿qué es la realidad, el cambio y el sentido de la vida? Pues bien, a partir de esa descripción vamos a intentar responder a otra pregunta compleja: ¿nuestros sentidos nos engañan?
Esta pregunta está muy relacionada con lo que intentamos definir como realidad, ¿lo recuerdas? Habíamos dicho que la realidad es aquella que existe, que es perceptible, accesible, comprensible y analizable por la ciencia y la filosofía.
Es decir, que podemos entenderla, explicarla y saber de qué trata. Pero, qué pasa cuando alguien dice lo contrario: “La que vemos no es real”. De alguna manera, plantear esta posibilidad nos deja a todos perplejos, pues viene a cuestionar profundamente lo que creímos como cierto. Es más, nos está diciendo que todo lo que creemos como real, no es tal. Es como mencionar que el mundo en el que habito, las cosas que llego a conocer no son reales, que solo son apariencias, una especie de fotocopia.
¿Te imaginas que todo aquello sea posible? ¿Qué sería de lo que durante mucho tiempo consideramos como verdad? Puede que todo se traduzca en una mera ilusión, algo que no se puede considerar como cierto, pero, ¿en qué momento surge esta preocupación? Alguien tiene que haber tirado la primera piedra, por así decirlo, y con ello, un legado que ha traspasado la historia.
Pues bien, fíjate que durante el siglo V a.C., existió un filósofo ateniense que se llamó Platón (427-347 a.C.). Este gran pensador griego fue discípulo de otro gran filósofo: Sócrates, se podría decir de éste, incluso, que es el más grande de todos los pensadores griegos. Pero ya habrá tiempo para referirnos a él. Lo que planteó Platón puede parecer algo que nos dejará boquiabiertos. Sí, así como lo lees. Pues veamos lo que nos dice.
Después de haber compartido con su maestro Sócrates por más de veinte años, Platón comenzó a reflexionar sobre algunos temas que su propio mentor había dejado en el tintero. Uno de esos era que, al parecer, Sócrates creía que el conocimiento de las cosas era una cuestión que el ser humano sólo debía recordar. En el fondo esta idea se enmarcaba en la posibilidad de que, en nuestra mente, ya existían una gran cantidad de conocimientos, por ende, la principal tarea de los hombres era recordarlos y aplicarlos en su vida diaria. Pero, aquí surge la pregunta: ¿es posible conocer todas las cosas en este mundo en el que habitan los hombres? Ahora bien, es muy importante hacer notar que varios problemas que fueron motivo de reflexión por otros grandes filósofos como Aristóteles y el mismo Sócrates eran un legado que venía desde los filósofos presocráticos.
En ese sentido, Platón se hizo cargo de un doble problema dejado por Heráclito y Parménides: el cambio y la estabilidad de las cosas. ¿Cómo es esto? En primer lugar, conviene aclarar, por un lado, lo que Heráclito propuso. Su creencia se basaba en que todas las cosas cambian, se transforman, no permanecen iguales; con el tiempo experimentan cambios significativos de modo que era muy difícil creer que la realidad o lo real no se viera alterada en algún momento. De lo único que debemos fiarnos es de nuestros sentidos, eso es lo real para Heráclito.
Por su parte, Parménides, creía que la cosas no cambiaban, que su estabilidad era necesaria, puesto que, sin eso, no era posible hablar de la realidad de un modo objetivo, por ende, lo único confiable es nuestra razón; la opinión o doxa (punto de vista, conocimiento que no brinda una certeza absoluta, un saber aparente) no es algo que pueda explicar lo real. Dirá abiertamente, Parménides: “Lo que es, es, y aquello que no es, no lo será jamás”. Con esto nos está diciendo que las cosas, los objetos, nuestra existencia es en la medida que la podemos explicar, porque la estamos percibiendo, la estamos apreciando. De modo que, para él los sentidos nos engañan; sólo la razón nos conduce por el camino correcto hacia la verdad o alétheia (concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad, aquello que no está oculto, aquello que es evidente y verdadero, es el desvelamiento del ser).
Así pues, nuestro apreciado Platón se hará cargo de esta doble problemática para elaborar quizás una de las más famosas teorías sobre la realidad de las cosas (Alétheia) y situación del hombre frente al conocimiento de éstas mismas: La teoría de las Ideas. Y la explicará utilizando un relato mitológico. ¿Recuerdas que en las clases anteriores habíamos descrito que la novedad del pueblo griego fue que no se deshizo completamente de sus tradiciones mitológicas?, antes bien, le otorgó un grado de racionalización. Pues, en este caso, vemos a Platón utilizando esa genialidad a través del relato llamado “El mito o alegoría de la caverna”. Veamos, pues, en qué consiste este relato y cuál es la intensión de éste mismo.
Partiremos diciendo que la principal intensión de este magistral relato tiene que ver con lo siguiente:
– Describir la doble realidad que percibimos
– Cómo podemos llegar al conocimiento de la verdad (Alétheia)
– La importancia de la razón como único camino para acceder a la verdad de las cosas.
Ahora, conviene aclarar que para Platón por medio de la doxa (opinión, concepto planteado por Parménides) resulta ser imposible captar la verdad (Alétheia) de las cosas. Diríamos, entonces que en este mundo no llegamos a conocer en plenitud debido que en éste mismo abundan la imaginación, las creencias; una especie de mera ilusión, de apariencias las cuales nos engañan, no nos permiten acceder al verdadero conocimiento o episteme (saber, verdadero conocimiento, creencia razonable).
De esto se desprende la intensión que intenta exponer Platón a través de la alegoría de la caverna. Por una parte, se da cuenta que para el ser humano resulta casi imposible acceder a la verdad de las cosas, puesto que en el mundo que habita (el de los sentidos, propuesto por Heráclito) o sensible (el de las apariencias) no se logra distinguir lo que es verdadero. Es como si el ser humano viviera preso, al fondo de un abismo, de una caverna, atado de pies y manos, impedido de reconocer de buenas a primeras lo que es real.
Así pues, la reflexión platónica nos conduce inevitablemente a considerar otro concepto muy relevante en la reflexión del hombre griego, como lo es el Alma. Si recuerdas, habíamos dicho en las clases anteriores que Pitágoras, el gran matemático fue uno de los primeros en instalar un concepto que vendrá a reemplazar la antigua noción mitológica de caos (Teogonía). Dirá que existe un cosmos, es decir, un orden en el universo del cual emergen las cosas, de modo que éste posee una armonía captable a través de la práctica de la música y las matemáticas, y eso permitiría una purificación del alma.
Veamos entonces, el concepto contiene varias aristas al respecto, pero intentaremos explicarla de manera más comprensible. Por una parte, el hombre griego, posterior al movimiento presocrático, comenzó un proceso de análisis profundo respecto a una realidad que habita al interior de cada sujeto, todo esto producto de la reflexión de la comunidad pitagórica: la perfección del alma. Pues bien, alma (animus) es una realidad espiritual, la que otorga sentido a todo lo que existe, por ende, su esencia espiritual es la que da sentido a lo que existe, identidad, consistencia, en otras palabras, sin ella nada de lo que en ese tiempo entendía el hombre griego existía.
Entonces, esta idea de que el alma es una entidad que contiene los principales requisitos de la existencia, resulta ser comprensible la preocupación de Platón de proteger esta realidad inmaterial, espiritual. No era posible que, en este mundo cambiante, el alma se pudiera realizar de modo efectivo. Diríamos, entonces, que el alma en algún momento cayó accidentalmente en un cuerpo que vive preso de un mundo de puras apariencias, en donde pareciera ser que el verdadero conocimiento sobre las cosas no existiera.
De ahí la impronta platónica de querer situar esta realidad inmaterial en un mundo libre de la contaminación de los cambios constantes. En el fondo pretendió otorgarle estabilidad y para ese fin, recurrió a su famosa teoría de las ideas. Veamos de qué trata.
Partiremos diciendo que “Idea” para este ateniense no guardaba la misma relación que hoy podríamos entender de ésta, por ejemplo: tengo la de idea de que, me surge la idea de, entre otras. Para Platón la idea (eidos) es el objeto de una intuición intelectual y que representa la esencia inmutable (que no se transforma) y eterna de la realidad, tiene existencia independiente de la realidad material o sensible.
Con esto, la idea alcanza una dimensión ontológica (propiedades y características del ser), es decir, es un objeto real que existe independientemente de la realidad sensible, aquella captada por los sentidos. De modo que la idea en sí misma, habita un mundo más allá de las posibilidades de la comprensión del ser humano. Esto debido a que el hombre vive atado a un espacio físico, en donde las cosas son y no son a la vez, cambian constantemente, por ende, sobre esa base, el conocimiento real no existe; solo sombras y apariencias de la realidad.
Una vez que pudo definir lo que es una Idea se concentró en plantear su teoría, la que encierra varios aspectos que debes conocerlos para comprender aún más su itinerario filosófico. Partiremos diciendo que esta teoría intenta establecer dos diferencias entre:
– Aquello que percibimos por medio de los sentidos.
– Aquello que podemos llegar a conocer por medio de la razón.
Con respecto a lo primero, ya habíamos descritos en las clases anteriores sobre la pugna establecida entre Heráclito, el cual confiaba en los sentidos como mecanismo de comprensión de la realidad, y lo que pensaba Parménides al mencionar que la razón es lo único que da sentido al ser de las cosas. De modo que, Platón intenta establecer este paralelismo para que el hombre pueda diferenciar aquellos conocimientos que son correctos de aquellos que no lo son y, con esto evitar caer en la confusión respecto de la comprensión de la realidad.
Pues bien, en esta dirección va a distinguir dos tipos de realidad:
– Inteligible (que es comprensible, dotada de coherencia y racionalidad:) cuya principal característica es que es eterna, no cambia y es donde existe el verdadero conocimiento, es decir las ideas supremas que iluminan a todas las demás ideas. Por ejemplo, la idea de caballo habita en esta realidad, por lo tanto, es la que sustenta a las demás ideas de caballos que el hombre capta, sean estos de color blanco negro, de carrera o de tiro, para la guerra o para el campo. La idea suprema de caballo es la que perdura inalterable en el tiempo, independiente de los cambios que ésta pueda experimentar.
– Sensible: Esta realidad está sometida al cambio constante, la corrupción y la destrucción. Las ideas en este mundo son inferiores, es decir, que el hombre sólo llega a tener nociones muy vagas de lo que serían, por ejemplo, los actos justos, y pese a que reconoce su existencia, no logra comprenderla del todo, de modo que bajo esa condicionante los actos o la aplicación de la justicia tenderían a desaparecer.
De lo anterior se desprende la necesidad de aclarar cuál es el sitio que ocupan en este dualismo (doble realidad), el cuerpo y el alma. Por una parte, el alma es un concepto fundamental dentro de la reflexión filosófica griega. Es la que otorga sentido y movimiento a todo lo vivo, y a la vez es principio de racionalidad, por ende, está presente en todo, más aún en el ser humano, por lo tanto, su hábitat más objetivo es la realidad o mundo inteligible. Por otro lado, el cuerpo, es algo visible, que se moviliza y existe a razón de los cambios frecuentes, que no es eterno, antes bien, sometido a la corrupción y ha perecer. Bajo la reflexión platónica, el cuerpo, por sus cambios e inestabilidad, habita en la realidad sensible, captable sólo por los sentidos, de modo que en términos de relación cuerpo-alma, ésta no es de las mejores. Para Platón, el cuerpo se constituye en la cárcel del alma y ésta última solo experimentará la felicidad cuando el hombre, a través del uso de la razón logre reconocer las ideas verdaderas que otorgan coherencia a todo lo que existe.
Pues bien, como te podrás dar cuenta, Platón intentará crear una bitácora explicativa para dar consistencia a su reflexión y lo hará magistralmente a través del relato el mito o alegoría de la caverna (representación de una idea valiéndose de formas humanas, de animales, y/o de objetos cotidianos). Y he aquí otra genialidad del pensamiento filosófico griego: la notable habilidad para agregar una cuota de racionalidad a la tradición mitológica para poder explicar, diríamos pedagógicamente, algo sobre la realidad, el conocimiento, la verdad, las cosas, entre otros aspectos. Veamos, entonces en qué consiste el mito de la caverna y para que logres una mejor comprensión de éste los dividiremos en tres momentos.
Primer momento: La historia da cuenta de unos hombres que viven desde muy pequeños al fondo de una caverna atados de pies y manos por cadenas. A sus espaldas existe una pared que les impide la salida hacia el exterior. Detrás de esa pared hay unos hombres que portan diversos objetos que sobrepasan la pared moviéndolos en un sentido y otro. Un poco más arriba de los hombres que portan los objetos hay una gran fogata la permite que esos objetos se proyecten al final de la caverna.
Segundo momento: Esos hombres atados de pies y manos, lo único que han conocido durante toda su estadía ha sido el fondo de la caverna en donde la luz no alcanza a iluminar con total claridad, de modo que lo solo han llegado a conocer las sombras tenues de los objetos que se reflejan en la pared de la caverna. Han estado siempre de espaldas a la verdad de las cosas.
Tercer momento: Pero uno de ellos, logra zafarse de las cadenas, escala la muralla y comienza a ascender a la salida principal de la caverna, un trayecto que será dificultoso puesto que a medida que va escalando la luz procedente del exterior lo va encandilando cada vez más, haciendo más complejo alcanzar la salida. Una vez que ha logrado llegar a la salida principal y la luz del exterior ya no le incomoda, se da cuenta que existe un mundo policromal (múltiples colores) y reconoce, algunas cosas que le parecían familiares. En su gran alegría, decide retornar a la caverna para contarle a sus amigos lo que había descubierto, pero al llegar al fondo, sus camaradas aún encadenados, no le creen.
Como te podrás haber dado cuenta, Platón intenta explicar la panorámica en la que vive el hombre común a cada momento, sobre todo en términos del conocimiento que éste tiene de la realidad. Ahora bien, intentaremos explicar el contenido de los tres momentos descritos para que te hagas una idea de las razones que contienen este relato y lo han hecho tan famoso.
El primer momento, la caverna descrita representa nuestro mundo interior que está dividido. Esto pone de manifiesto la creencia de Platón que el cuerpo y el alma son realidades separadas la una de la otra. Esto no quiere decir que el ser humano está cortado en dos y que el alma vive sin importarle su morada, es decir el cuerpo, o que, éste mismo viva sin contener un alma. Lo que intenta explicar el ateniense es que, de cierto modo, el cuerpo es la cárcel del alma y que entre ambos no existe una comunicación, puesto que el hombre habita un mundo de sombras, al final de la caverna, encadenado, lejos de la realidad, mientras que el alma, pertenece al mundo de la luz en donde existen la verdad de las cosas.
En el segundo momento se distingue la necesidad de liberación de ese mundo de sombras por parte de uno de los hombres, el cuál para Platón representaría al filósofo, el que comienza ascender con dificultad hasta la salida principal. Tal ascensión representaría el esfuerzo intelectual que debe realizar todo aquel que pretenda conocer la verdad (Alétheia). Para Platón la única vía posible para lograr alcanzar la salida y liberarse de las cadenas y de las sobras de la caverna es el uso de la razón. Diríamos, entonces, que con Platón se inaugurará el racionalismo, es decir, el mecanismo intelectual que habrá de acompañar a la filosofía hasta nuestros días.
El tercer momento representa el descubrimiento de un mundo ideal, el de las ideas verdaderas, iluminadas, despojadas de las sombras. El hombre que las logra reconocer ha hecho un esfuerzo intelectual que le ha permitido descubrir estaba equivocado viviendo por tanto tiempo en el mundo de las apariencias y de los conocimientos falsos. El hombre que se libera, representa al filósofo, visto como aquel capaz de encontrar, distinguir y expresar la verdad de las cosas. Pero su esfuerzo no concluye solo con ese logro, antes bien, éste mismo tiene un deber moral con aquellos que aún no conocen la verdad, de modo que, su labor a posteriori sería, sacar a los hombres de las sombras y conducirlos por el camino de lo real, y descubran el Bien máximo: la felicidad.
¿Qué es lo que tenemos como resultado?, dos mundos:
a) Inteligible: Auténtico, perfecto, inmutable, eternos y es en donde el alma habitó antes de llegar a residir al cuerpo, de modo que conoce la Ideas perfectas. Es aquí en donde reside el conocimiento real (episteme) Es independiente del mundo físico y es donde la idea de justicia, por ejemplo, ha existido y existirá siempre, independientemente que el hombre la pueda captar.
b) Sensible: Corresponde al mundo físico, material, captable por los sentidos, el habitad del cuerpo, por ende, imperfecto, mutable y aparente, solo las creencias erróneas y la imaginación se confabulan para presentar una copia falsa sobre las cosas. Aquí las posibilidades de conocer las verdades son limitadas, por ejemplo, el hombre solo llega a conocer una sombra tenue de la justicia; se trata de la caverna en donde la opinión (doxa) prevalece, y el ser humano habita sin querer dar la cara a la realidad de las cosas que existen delante de él.
Ahora bien, el planteamiento de estos dos mundos da origen a la teoría del conocimiento (epistemología), es decir, cómo es que llegamos a conocer los que sabemos.
Como ves, la genialidad de este filósofo griego traspasó las fronteras de su natal Atenas hasta nuestros días, puesto que su forma de analizar la realidad permitió que otros filósofos contemporáneos o posteriores a él consideraran sus reflexiones para continuar con la labor de aportar con el esclarecimiento sobre las verdades de las cosas, y en este punto, nuestro amigo Platón fue uno de los grandes promotores de esa búsqueda, diríamos, que fue el primer google humano que supo explicar filosóficamente el contenido de la realidad que percibimos.