1- Imperialismo en el siglo XIX
El imperialismo en el siglo XIX fue un fenómeno complejo que estuvo vinculado a una serie de factores económicos, políticos, sociales y tecnológicos.
En este siglo XIX colmado de nuevos cambios liberalistas, industriales y sociales, pronto llegará un nuevo capítulo de conflictos que derivará en un siglo XX caracterizado por la violencia.
En el año 1870, las potencias europeas comenzarán un proceso de expansión territorial, principalmente en los territorios de Asia, África y Oceanía. Este proceso no es algo nuevo para el viejo continente: España, Portugal, Gran Bretaña, Francia, Holanda y otros países se habían embarcado durante el siglo XVI en la conquista del llamado “nuevo mundo”.
El desarrollo tecnológico y el afán por obtener mayores recursos que llevasen al rápido enriquecimiento de la clase burguesa motivó a ocupar las factorías desde ya presentes en las costas de África, así como consolidarse en territorios asiáticos, donde ya existía una larga historia de contacto comercial, para así lograr sus anhelados objetivos.
Durante el siglo XIX, la revolución industrial llevó a las naciones europeas a convertirse en potencias, que aumentarían en producción, recursos y población, lo que les instó a expandirse territorialmente por diversas causas como falta de recursos para sus propios procesos de industrialización como la búsqueda de hierro, carbón y todo tipo de recursos minerales, alimenticios y por supuesto mercados para los productos que las propias potencias creaban, por tanto, la colonización implicó que aquellas potencias se desarrollaran en poco tiempo y pudieran competir entre sí.
2- ¿Qué es el Imperialismo?
El imperialismo se refiere a la política de extender el control y la influencia de una nación sobre otras, ya sea a través de la conquista militar, la colonización directa, o la dominación económica y política. Esta práctica ha sido históricamente asociada con la expansión de imperios y potencias coloniales en diferentes momentos de la historia.
El imperialismo puede manifestarse de diversas maneras, incluyendo la ocupación territorial, el establecimiento de colonias, la imposición de influencia económica o política, y la explotación de los recursos de otras regiones. A menudo, el imperialismo implica la búsqueda de poder, recursos naturales, mercados y prestigio a expensas de otras naciones o pueblos.
Durante los siglos XIX y principios del XX, varias potencias europeas llevaron a cabo procesos imperialistas, colonizando territorios en África, Asia y otras partes del mundo. El imperialismo también ha sido un fenómeno presente en diferentes formas a lo largo de la historia, y aunque su intensidad y formas específicas pueden variar, la esencia subyacente es la expansión del poder de una nación sobre otras.
El concepto “Imperio”, hasta ese entonces, se utilizaba para denominar a aquellos territorios con una dominación política, por lo tanto, se constituía bajo el parámetro geográfico y político. Sin embargo, durante este proceso, el imperio pasó a transformarse en una ideología: el expansionismo era símbolo de estatus, no solo como una necesidad económica. Poseer aquellas riquezas o productos de lujo que se generaban en otros países era demostrarle al mundo quién era la nación más poderosa.
El término imperialismo comienza a escucharse y utilizarse desde mediados del siglo XIX, dentro del contexto de industrialización y expansión demográfica vivido por Europa. El proceso mismo y las consecuencias que tendrá para los territorios colonizados serán visibles aún en nuestros días.
Algunos colonizadores como como el francés Jules Ferry y el británico Rudyard Kipling consideraron no solo como un derecho la ocupación de otros países, sino que lo justificaron mediante la teoría de la supremacía del hombre blanco. Para Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, teórico marxista ruso, esta libre competencia, propia del capitalismo, durante el imperialismo fue sustituida por el monopolio, ya que el mundo se repartió entre grandes asociaciones monopolistas y grandes potencias que les sirven de instrumento.
Otros teóricos del periodo señalan que la expansión se debió netamente a los intereses económicos, no favoreciendo al país colonizador en general, sino a un pequeño grupo de empresarios quienes lograron sus objetivos en pro de la acumulación de riquezas. También se menciona el ámbito cultural-ideológico de este proceso, al destacar que el imperialismo fue una búsqueda de poder, de gloria y de prestigio en desmedro de las demás comunidades.
Es también importante para entender el imperialismo el rol que jugó el nacionalismo: la identidad, el sentido mesiánico de “salvar” a otras civilizaciones de la barbarie para ganar un lugar importante en el mundo convenció muchas veces a la población general de que se estaba haciendo lo correcto. En este contexto podemos mencionar la situación de Alemania e Italia, en ese momento, países recién unificados, que buscaron alcanzar posiciones importantes a través de la ocupación de territorios en ultramar.
3- Causas del Imperialismo
El imperialismo del siglo XIX tuvo diversas causas que contribuyeron a la expansión de las potencias europeas en ese período. Las principales causas incluyen:
– Búsqueda de recursos y riquezas: Las potencias europeas buscaban asegurar acceso a materias primas valiosas, como minerales, maderas, y productos agrícolas, para alimentar sus crecientes industrias y satisfacer la demanda de sus mercados internos.
– Competencia económica y comercial: Las naciones industrializadas europeas competían entre sí por mercados y recursos. La expansión imperialista se veía como una manera de asegurar ventajas comerciales y económicas sobre las otras potencias.
– Nacionalismo: El nacionalismo ferviente y la competencia entre las potencias llevaron a la creencia de que la grandeza de una nación estaba vinculada a su extensión territorial y a la posesión de colonias. La conquista de territorios lejanos se consideraba una muestra de poder y prestigio nacional.
– Desarrollo tecnológico y militar: El avance tecnológico y militar de las potencias europeas les proporcionó ventajas significativas en términos de transporte, comunicación y poder militar. Esto facilitó la conquista y la administración de vastos territorios.
– Misiones civilizadoras: Algunas potencias imperialistas justificaron su expansión con argumentos de «cargar con la carga del hombre blanco» o llevar la civilización y el progreso a sociedades consideradas menos desarrolladas. Esta ideología paternalista proporcionó una justificación moral para la expansión colonial.
– Presión demográfica: El crecimiento demográfico en Europa llevó a una presión sobre los recursos y oportunidades disponibles en el continente. La expansión imperialista ofrecía la posibilidad de establecer colonias que aliviaran esta presión demográfica y proporcionaran nuevas oportunidades para la población.
– Avances en la medicina: Los avances en la medicina permitieron a las potencias europeas controlar y prevenir enfermedades tropicales, lo que facilitó la ocupación y administración de territorios en climas más cálidos.
– Causas económicas: se transformaron en los motivos más relevantes a la hora de entender este proceso, ya que las potencias colonizadoras eran también las naciones más avanzadas en su proceso de industrialización.
– La búsqueda de nuevos territorios posee varias aristas: primero, la necesidad de materias primas para poder fabricar sus productos, a bajo costo; segundo, la expansión de los mercados, así tener más personas a las cuales venderles sus productos; tercero, mano de obra a bajo costo, ya que se había iniciado una migración masiva de europeos por el mundo, se necesitaban personas que trabajaran para suplir esta demanda de obreros. Así, los países justificaban esta expansión para dar la seguridad económica a sus naciones, lo cual fue posible gracias a la masificación de los medios de transporte, que permitía controlar rápidamente a las colonias, llevar los productos de un lado a otro, transportar personas, etc.
– Causas demográfico-sociales: con el gran crecimiento demográfico que había ocurrido en Europa gracias a los avances científicos y tecnológicos se produjo un sobre poblamiento, con consecuencias como hambrunas, pobreza, cesantía y otros ya analizados. Las colonias sirvieron como una vía de escape para este exceso de población, quien veía en Estados Unidos, por ejemplo, un lugar atractivo para vivir.
– Causas ideológico-políticas: la mantención del estatus y del poder, como ya hemos mencionado, se constituyó en un factor importante durante esta época. También cobró fuerza la visión que dejaba al hombre blanco como un “misionero civilizador” cuyo deber era transmitir el desarrollo y dejar atrás la barbarie de los pueblos colonizados. Dentro de este contexto, se extendió en Italia y Alemania la ideología de la “raza aria” teutónica, y sus múltiples factores de superioridad frente a las personas de color.
4- El reparto de África, Asia y Oceanía
El reparto de África durante el siglo XIX fue un fenómeno clave en el contexto del imperialismo, conocido como la «Scramble for Africa» (Carrera por África). Este periodo se caracterizó por la competencia entre las potencias europeas por la colonización y control de territorios africanos. Algunos puntos clave sobre el reparto de África fueron:
– Conferencias y acuerdos: A medida que las potencias europeas buscaban expandirse en África, se llevaron a cabo varias conferencias y acuerdos para establecer las reglas y las esferas de influencia. La Conferencia de Berlín de 1884-1885 es uno de los eventos más destacados, donde las potencias europeas acordaron principios para el reparto de África sin la participación de líderes africanos.
– Líneas arbitrarias en el mapa: Durante la Conferencia de Berlín, las potencias europeas trazaron límites arbitrarios en el mapa africano sin tener en cuenta las divisiones étnicas, culturales o históricas existentes. Estos límites a menudo dividieron grupos étnicos y crearon países artificiales que aún hoy en día pueden generar conflictos.
– Dominio colonial: Las potencias coloniales establecieron colonias y protectorados en África para explotar los recursos naturales, como minerales, maderas y productos agrícolas. Además, controlaron las rutas comerciales y estratégicas, asegurándose así un dominio económico y político.
– Resistencia africana: Aunque muchos líderes africanos resistieron la colonización, la superioridad militar y tecnológica de las potencias europeas a menudo resultó abrumadora. Sin embargo, algunos estados africanos lograron resistir o mantener cierto grado de autonomía.
– Impacto social y cultural: La colonización europea tuvo profundos efectos en las sociedades africanas, con la imposición de instituciones, idiomas y prácticas culturales europeas. Las comunidades africanas fueron explotadas para el beneficio de las potencias coloniales, y muchos africanos fueron sometidos a formas de trabajo forzado.
– División y conflictos: La forma en que se realizaron los repartos y se establecieron las colonias contribuyó a la creación de fronteras artificiales que dividieron comunidades y grupos étnicos, lo que a menudo ha sido un factor de tensiones y conflictos en la era postcolonial.
¿Cómo se llevó a cabo el reparto de África, Asia y Oceanía?
A mediados del siglo XIX había comenzado la exploración sistemática de África, que hasta entonces solo había sido ocupada por sus costas atlánticas e índicas, siguiendo el curso de los ríos Níger, Nilo, Zimbawe y Congo. Este continente fue repartido entre Portugal, Bélgica, Francia y Gran Bretaña, quienes en 1884 delimitaron, en la Conferencia de Berlín, sus respectivas esferas de interés en la región. Uno de los países que mayor ocupación ejerció fue Gran Bretaña, seguido por Francia.
En Asia este proceso se llevó a cabo a partir de la apertura de China y Japón y a la penetración de Rusia, Inglaterra y Francia. China se encontraba aislada del mundo extra asiático y solo mantenía contacto con Europa por los puertos de Macao y Cantón. Sin embargo, en las guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860), el gobierno chino perdió Hong Kong y fue obligado a abrir sus fronteras al comercio exterior europeo. Japón inicia la apertura con el mercado estadounidense, mientras que Rusia se anexa Siberia. Gran Bretaña, nuevamente, al tomar posesión de la India crea un polo territorial que se expandió por Singapur y Malasia.
En Oceanía participaron Gran Bretaña, Alemania, Francia y Estados Unidos, los que firmaron en 1886 un tratado de esferas de influencia, debido a lo cual quedaron Australia, Tasmania y Nueva Zelanda en manos de Inglaterra; Tahití y Nueva Caledonia en manos de Francia; parte de Nueva Guinea para Alemania; y las Islas Hawai para Estados Unidos.
Veamos un mapa con los principales imperios coloniales:
5- Consecuencias del Imperialismo
5.1- Para los países colonizados
El imperialismo del siglo XIX tuvo una serie de consecuencias significativas y duraderas para los países colonizados. Estas consecuencias abarcan aspectos económicos, políticos, sociales y culturales. Algunas de las principales consecuencias son:
a- Políticas: en estas naciones se impuso un sistema conocido como protectorado: las colonias debían obedecer todos los mandatos provenientes de las potencias colonizadoras. Se utilizaron otras estrategias como proveer de armamento a las tribus locales, para así generar conflictos entre ellas, que generaran mayor debilidad y que fuera mucho más fácil someterlas. Los ideales de la Revolución Francesa, libertad, igualdad y fraternidad quedaron en el olvido, siendo prohibidas en dichos territorios.
Divisiones artificiales: Las potencias coloniales trazaron límites arbitrarios en el mapa sin tener en cuenta las divisiones étnicas, culturales o históricas existentes. Esto llevó a la creación de estados artificiales que a menudo agrupaban a diferentes grupos étnicos y culturas, contribuyendo a tensiones y conflictos posteriores.
Pérdida de autonomía política: Las colonias perdieron su autonomía política y fueron gobernadas por administraciones coloniales extranjeras. Los líderes y las élites locales a menudo fueron subordinados o cooptados para servir a los intereses coloniales, mientras que las poblaciones locales tenían poco o ningún poder de autodeterminación.
b- Económicas: los países colonizados no lograron adquirir un desarrollo industrial, ya que los colonizadores se llevaron todas las riquezas hacia sus respectivas naciones, dejándolas sumidas en la más absoluta pobreza. Asimismo, las condiciones laborales en estos lugares fueron infrahumanas, disminuyendo la población por el cansancio o las enfermedades traídas por las potencias.
– Explotación económica: Los recursos naturales de los países colonizados fueron explotados para el beneficio de las potencias coloniales. Esto incluía la extracción de minerales, la explotación agrícola y forestal, y el control de las rutas comerciales. La economía de muchas colonias se organizó para satisfacer las necesidades de las metrópolis coloniales, lo que a menudo resultaba en la pobreza y la dependencia económica.
– Explotación laboral: Muchas colonias experimentaron formas de trabajo forzado o servidumbre para satisfacer las necesidades económicas de las potencias coloniales. Los colonizadores a menudo utilizaron mano de obra indígena para llevar a cabo trabajos en plantaciones, minas y otros sectores, a menudo en condiciones de explotación y abuso.
– Desarrollo desigual: El desarrollo económico y social en las colonias fue desigual, con áreas urbanas y sectores específicos beneficiándose más que otros. Esta desigualdad a menudo persistió en la era postcolonial, contribuyendo a disparidades económicas y sociales dentro de los países colonizados.
c- Sociales: muchos de los elementos culturales propios de estas naciones, como las organizaciones tribales, fueron reemplazadas por el estilo de vida europeo, quedando atrás miles de años de tradiciones y costumbres.
– Desplazamiento cultural: Las potencias coloniales impusieron sus instituciones, idiomas y valores culturales en las colonias, a menudo desplazando o suprimiendo las culturas indígenas. Este proceso de occidentalización tuvo un impacto duradero en la identidad cultural de las comunidades colonizadas.
– Impacto en las estructuras sociales: Las potencias coloniales a menudo manipularon o reforzaron las estructuras sociales existentes para facilitar su dominio. Esto a veces implicaba favorecer a ciertos grupos étnicos o clases sociales, lo que podía generar tensiones y conflictos internos.
– Legado persistente: Aunque los países colonizados eventualmente obtuvieron la independencia, el legado del imperialismo siguió afectando a estas naciones en términos de desafíos económicos, políticos y sociales. Las antiguas colonias a menudo tuvieron que lidiar con fronteras artificiales, conflictos étnicos y divisiones sociales creadas durante el periodo colonial.
5.2- Para los colonizadores
El imperialismo del siglo XIX también tuvo consecuencias para los países colonizadores, aunque estas fueron diferentes de las experimentadas por las colonias. Algunas de las principales consecuencias para los países colonizadores:
a- Políticas: dado el desigual reparto de las colonias y el predominio de ciertas naciones por sobre otras que buscaban aumentar su propio estatus, surgió un sistema de pactos y alianzas entre diversos países, quienes buscaban generar sistemas de defensa en caso de que ocurriesen enfrentamientos armados. En este contexto nace la Triple Alianza conformada por Alemania, Austria-Hungría e Italia; e Inglaterra, Francia y Rusia, tras complejas y largas negociaciones firmaron la Triple Entente de 1907.
– Prestigio y poder: La adquisición de vastos imperios coloniales aumentó el prestigio y la influencia de las potencias coloniales en la escena internacional. Tener colonias era visto como un signo de grandeza y poder, consolidando la posición de estas potencias en la competencia global.
– Tensiones internacionales: La competencia entre las potencias coloniales por territorios y recursos a menudo llevó a tensiones y conflictos entre ellas. Esto se evidenció en la Carrera de África y otros conflictos coloniales que pudieron haber exacerbado rivalidades preexistentes y llevado a tensiones internacionales.
– Legado político y cultural: El imperialismo dejó un legado político y cultural en las metrópolis coloniales. Las potencias coloniales a menudo llevaron a casa nuevas ideas, productos y personas de sus colonias, influyendo en la cultura, la sociedad y la política de los países colonizadores.
b- Económicas: aparte de las enormes riquezas que se generaron a partir del proceso, en este contexto de “paz armada” se desarrolla una poderosa industria bélica, destinada a enfocar los recursos de los países en la creación de armamento que pudiese suponer una ventaja en relación con las otras naciones, dando inicio a la llamada “carrera armamentista”. El imperialismo permitió a las potencias coloniales acceder a nuevos mercados y recursos, lo que contribuyó al crecimiento económico de las metrópolis. La explotación de los recursos naturales y la mano de obra barata en las colonias ayudó a alimentar las industrias y la prosperidad económica en los países colonizadores.
La expansión imperialista estimuló la inversión en investigación y desarrollo tecnológico. Las potencias coloniales desarrollaron avances en transporte, comunicaciones y medicina para facilitar la administración y explotación de sus colonias.
Aunque inicialmente las colonias fueron fuentes de riqueza para las potencias coloniales, algunos argumentan que, a largo plazo, el imperialismo contribuyó a desafíos económicos. La explotación excesiva de los recursos, las desigualdades sociales y la dependencia económica de las colonias crearon tensiones que afectaron las economías de las metrópolis, especialmente cuando las colonias buscaron independencia.
c- Sociales: el nacionalismo y sus ideas fueron poderosas para justifica los elementos anteriores: frente a un posible enfrentamiento, el llamado a enlistarse en el ejército se consideró como una prioridad y un honor para los hombres.
– Crecimiento demográfico: La riqueza generada a través de las colonias contribuyó al crecimiento demográfico en las metrópolis. La mejora de las condiciones de vida y la disponibilidad de recursos contribuyeron a un aumento en la población en los países colonizadores.
– Desafíos morales y éticos: A medida que se desarrollaba el imperialismo, surgieron cuestionamientos éticos y morales sobre la legitimidad de la colonización y la explotación de otras naciones. Estos debates plantearon desafíos a la conciencia moral de las sociedades colonizadoras y contribuyeron a movimientos que buscaban abordar injusticias coloniales.